El año 1982, los autores Thomas j. Peters y Robert H. Waterman, Jr. publicaron el libro: “En Busca de la Excelencia”, que ha tenido un gran impacto entre los empresarios.
Ellos analizan 43 empresas norteamericanas, preguntándose que hace «excelente» la administración de una empresa ¿Son cosas sofisticadas como: (a) un buen staff, (b) sofisticadas técnicas administrativas, (c) el uso de computadores u otras variables? La respuesta que dan es un rotundo no; la excelencia se basa en el uso de las ideas básicas de administración. Ellos encontraron que las empresas “excelentes” tenían ocho atributos en común. A pasar de lo diverso de la muestra, éstas son las siguientes:
1. Sesgadas hacia la acción, prefieren hacer cosas, cualquier cosa, en vez de mandar ideas a través de interminables ciclos de análisis y de informes de comités. La administración de estas empresas evitan complicados planes de negocios para los nuevos productos.
2. Estructura simple con un staff reducido. Estas empresas se estructuran en unidades empresariales pequeñas, que se preocupan que se hagan las cosas. Para evitar la burocracia los staff son pequeños en cuanto a número de personas.
3. Cercanos al consumidor. Tienen un enfoque hacia el consumidor, aprendiendo sus preferencias y dándole una buena atención; consideran a los consumidores como una parte integrante de sus negocios.
4. Mejorar la productividad a través del consenso. La productividad puede mejorarse motivando y estimulando a los empleados. Los trabajadores no solo se premian a través de dinero, sino que empleando el reconocimiento social.
5. Autonomía y espíritu empresarial. Estas empresas autorizan a los administradores para que actúen como empresarios, dividiendo la empresa en pequeñas compañías que piensan en forma independiente y competitiva y que incluso tienen autorización para reinvertir parte de sus utilidades en la misma operación.
6. Enfatizar un valor clave de la empresa Esta forma de pensar con un solo propósito en mente se convierte en una cultura para la empresa, mejorando las comunicaciones dentro de ella.
7. Abocarse a lo que se sabe hacer. Todas estas empresas han sido capaces de definir sus fortalezas, en marketing, contacto con el consumidor, innovación o nuevos productos, producción a costos bajos, y construir sobre ellas. Se han resistido a entrar en nuevos negocios en donde no tienen las habilidades para administrar.
8. Control relajado-estricto en forma simultánea. Aunque parezca una contracción, no lo es. La empresa exitosa controla unas pocas variables en forma estricta, pero permite un control relajado y flexibilidad en otras variables.
Los autores determinan que administrar de acuerdo a estas ocho reglas básicas permite un rápido crecimiento de las empresas que lo aplican. Lo que se requiere para una buena administración es tiempo, energía y la voluntad de parte de los administradores para pensar en vez de usar fórmulas administrativas estandarizadas. La buena administración trabaja fuerte para mantener las cosas simples, una estructura simple, una estrategia simple, objetivos simples y comunicaciones simples.
A pesar del impacto que han tenido estos autores en los países occidentales, han surgido muchos detractores de lo que proponen, diciendo que su análisis es poco científico, que entrega soluciones demasiado simples a problemas complejos, ignorando factores tan importantes como: tecnología exclusiva, política gubernamental y cultura nacional. Señalan que adherirse en forma estricta a estas ocho reglas, las cuales no enfatizan una reacción frente a tendencias económicas o del negocio mismo, puede dañar a la empresa y no ayudarla en su crecimiento. (Ver el artículo: Who'sExeellentNow?, Business Week, Noviembre 5 de 1984, pp.46-48).
Los autores se defienden diciendo que ellos escribieron sobre el arte de administrar y no la ciencia de administrar. En cualquier caso, la existencia empírica es muy pobre para probar quién tiene la razón, y al igual que en el caso de la Teoría Z, hará que el tiempo dé la razón, o no, a los autores.